Esta reseña busca repasar algunas ideas del pensamiento de Edward Said, retomando reflexiones e influencias que el autor brinda en El orientalismo (1978) y La cuestión Palestina (1979), teniendo como marco temporal contextual la serie de complejos y devastadores eventos que ha vivido la sociedad palestina tras el 7 de octubre del año 2023 y la devenida crisis en Oriente medio.

Por Daniel Camargo Riaño
Edward Said nació en Jerusalén en 1935, de donde emigraría junto a su familia tras la creación del estado de Israel y el desenlace de la guerra Árabe - Israeli de 1948. Desarrolló parte de su juventud en el Líbano y el Cairo. A inicio de la década de 1950 viajó a los Estados Unidos para emprender su carrera académica y profesional. Ante la imposible realidad de retornar a Palestina, se establece como profesor de literatura inglesa en la Universidad de Columbia (Nueva York) sobresaliendo como una figura relevante en el contexto de la crítica literaria del siglo XX. Entre su importante obra se destaca, El Orientalismo, un texto a esta altura considerado clásico de los estudios culturales y literarios. La cuestión Palestina, Representaciones del intelectual, Cubriendo el Ismal, reflexiones desde el exilio, crónicas palestinas, paralelismos y paradojas, dentro de otras obras, publicaciones y artículos. El trabajo y las reflexiones de Edward Said no solo tuvieron un impacto en el mundo intelectual, académico y divulgativo, ya que formó parte del Consejo Nacional Palestino hasta 1991 y estuvo involucrado como intermediario entre los Estados Unidos y la Organización para la liberación de Palestina, con la convicción de buscar una solución negociada en el conflicto.
Influencias en el pensamiento de Edward Said:
La obra de Said se ha transformado en un referente fundamental para estudiosos e investigadores de la complejidad temática vinculada al mundo Arabe-Islámico. Los acontecimientos producidos el 7 de octubre han puesto en el centro de la escena, tanto a nivel político como intelectual, la cuestión de las relaciones Islam-Occidente. En este marco, el pensamiento de Said es una herramienta de gran vitalidad conceptual para pensar la dinámica que anima los discursos occidentales hacia el espacio Árabe-Islámíco.
En la introducción de El Orientalismo, Said cita las líneas de El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, que dicen: "No pueden representarse a sí mismos, deben ser representados". Esta expresión de Marx (1852) le ha servido como base para reflexionar en torno a las cosmovisiones, percepciones y recreaciones ideológicas que en el ámbito académico occidental se han elaborado y formulado sobre Oriente, Ante un mundo que estaría vedado para autoanalizarse y por ende para pensarse a sí mismo. ¡Un mundo incapaz de analizar su propia imagen y verse así mismo, estaría en manos de un proyecto o la misión civilizadora de Occidente, poniendo orden y sentido a su devenir histórico!
Said estudia la obra de literatos, historiadores, antropólogos, sociólogos y filólogos -principalmente ingleses y franceses del siglo XIX y norteamericanos del siglo XX- para develar un discurso sobre Oriente y lo oriental apoyado en instituciones, cosmovisiones, vocabulario, doctrinas, imaginarios e imágenes consagradas a lo largo del tiempo por la autoridad y la tradición; seres humanos exóticos, paisajes extraordinarios, ambientes sensualistas y pasiones desenfrenadas, déspotas y tiranos, abundancia de creencias y filosofías de todo espectro.
Said (2003) sostiene que el orientalismo debe entenderse como un discurso, siguiendo la noción propuesta por Michael Foucault en La arqueología del saber (1970) y Vigilar y castigar (1975). A través de este discurso, se ha desarrollado un sistema que permite a Occidente conocer y representar a Oriente mediante un filtro previamente establecido, lo que ha condicionado su percepción en el imaginario occidental. Esta construcción no es neutral, sino que ha sido utilizada como una herramienta de manipulación y dominación en distintos ámbitos, incluyendo el político, sociológico, comunicacional, militar, ideológico y científico (Said, 2003, pp. 21-25).
Said (2013) analiza la relación entre el liberalismo occidental y el sionismo desde una perspectiva gramsciana, destacando el papel de la hegemonía en la configuración de esta alianza ideológica. Según Gramsci (1975), la hegemonía no se sostiene únicamente o exclusivamente por la coerción, sino principalmente por el consentimiento de los dominados, a través de la cultura, las instituciones y los intelectuales orgánicos que refuerzan el orden establecido. Desde esta perspectiva, Said señala:
"Es la completa fusión hegemónica entre la visión liberal occidental de las cosas y la visión israelí-sionista. Uso aquí la palabra hegemónica a sabiendas, con todas sus resonancias en Antonio Gramsci, el gran marxista italiano que analizó la importancia de la cultura y de los intelectuales en la política. Y ello porque, en la elaboración de uno de sus significados, Gramsci asignó a la hegemonía la noción de consentimiento; en otras palabras, hay hegemonía no por una mera dominación, sino por consentimiento, por aquiescencia” (Said, 2013, p. 92).
Este enfoque permite comprender cómo el discurso liberal occidental ha naturalizado el apoyo incondicional a Israel, no solo como una cuestión política, sino como un consenso ideológico que permea las narrativas culturales, académicas y mediáticas. La hegemonía, en este sentido, no opera únicamente a través de estructuras de poder visibles, sino mediante la producción de ideas que legitiman y perpetúan esta visión. Bajo esta lógica el empleo de la noción de hegemonía de Gramsci permite comprender cómo se legitimó por distintos gobiernos occidentales (de diverso símbolo político) el discurso o la legitimidad de Israel a defenderse tras los atentados perpetrados por Hamas el 7 de octubre. Esta dinámica también permite entrever cómo se despliega una imagen
Ideología sionista, despoblación palestina, y las actitudes del colonialismo Europeo y una posible lectura para la descolonización
Según Said (2013), las ideas no existen de manera aislada, sino que están profundamente influenciadas por el contexto histórico en el que emergen. No obstante, el idealismo interesado tiende a presentarlas como entidades inmutables y puras, desligadas de la realidad. Este fenómeno es evidente en la manera en que se percibe el sionismo, interpretándolo como una idea eterna que encarna el anhelo judío de autodeterminación en la tierra prometida. Así, su culminación en la creación del Estado de Israel se toma como una prueba de su validez intrínseca y de la legitimidad de los medios empleados para su realización. Sin embargo, esta visión ignora el impacto que tuvo sobre los palestinos, quienes lo experimentaron como una ideología foránea impuesta en su territorio y que transformó radicalmente su realidad histórica y política (Said, 2013, pp. 109-110).
En este sentido, Said sostiene que el análisis de ideas políticas como el sionismo debe abordarse desde dos perspectivas: primero, desde una genealogía que permita rastrear su origen, sus influencias y su relación con otras ideologías e instituciones; y segundo, como un sistema práctico de acumulación de poder y desplazamiento de comunidades y legitimidades preexistentes. Sin embargo, realizar este examen resulta especialmente complejo en la actualidad, ya que el sionismo ha adquirido una posición hegemónica en el discurso liberal occidental. Además, en concordancia con su naturaleza ideológica, ha tendido a invisibilizar el contexto histórico de su desarrollo, así como el costo político que ha significado para los palestinos y las discriminaciones que ha instaurado entre judíos y no judíos:
"Las actuales realidades políticas y culturales hacen que dicho examen resulte extraordinariamente difícil, tanto porque en el Occidente postindustrial el sionismo ha adquirido por sí mismo una hegemonía casi incontestada en el discurso del establishment liberal, como porque, en sintonía con una de sus principales características ideológicas, el sionismo ha ocultado, o ha hecho desaparecer, literalmente el terreno histórico en el que se ha desarrollado, su coste político para los habitantes autóctonos de Palestina y sus discriminaciones militantemente opresoras entre judíos y no judíos" (Said, 2013, p. 110).
Actualmente, esta estrategia de ocultamiento de su propia historia se ha convertido en un fenómeno institucionalizado dentro del sionismo, extendiéndose más allá de Israel. Exponer esa historia, que fue silenciada y arrebatada a Palestina y a los palestinos, es una tarea tanto intelectual como política en el contexto de los debates sobre una posible paz en Oriente Próximo. En particular, Estados Unidos desempeña un papel clave en este proceso, donde el sionismo es defendido de manera incuestionable. Allí, una combinación de intereses y estructuras de poder—que incluyen al complejo militar industrial, al partido demócrata y al partido conversador, a los medios de comunicación, el ámbito académico, la intelectualidad progresista y los sindicatos—ha fomentado un respaldo incondicional a Israel. Este apoyo no solo refuerza la influencia del sionismo a nivel nacional, sino que también contribuye a consolidar el prestigio de estas instituciones en el escenario internacional.
En este contexto, Said (2013) argumenta que el sionismo no puede entenderse sin situarlo dentro del marco del imperialismo, pues su desarrollo y su impacto en Palestina responden a una lógica de dominación colonial. La historia del sionismo no solo debe analizarse como la evolución de una idea política, sino también en términos de su relación con los mecanismos de expansión territorial propios del colonialismo europeo. Para Said, el estudio del sionismo debe basarse en la genealogía de sus efectos sobre las víctimas palestinas, ya que solo así puede comprenderse su verdadero significado dentro del proyecto imperialista:
"Mi interés estriba en tratar de dejar constancia de los efectos del sionismo en sus víctimas, y dichos efectos sólo pueden estudiarse genealógicamente en el marco proporcionado por el imperialismo, incluso en el siglo XIX, cuando el sionismo era todavía una idea y no un Estado llamado Israel" (Said, 2013, p. 127).
Desde esta perspectiva, Said retoma la idea de Gramsci sobre la importancia de construir un "inventario" de la historia, es decir, un proceso de reconocimiento de los rastros históricos que han quedado invisibilizados. En este caso, dicho inventario debe centrarse en las experiencias y sufrimientos de los palestinos, quienes han sido sistemáticamente excluidos del relato hegemónico sobre el conflicto. Said vincula este proceso con la naturaleza misma del imperialismo, el cual, más que una simple anexión territorial, constituye un mecanismo de apropiación que transforma no solo el espacio geográfico, sino también las ideas, las poblaciones y las legitimidades políticas.
En este sentido, el imperialismo europeo no solo se basó en la conquista de territorios, sino también en la construcción de un discurso que justificaba su dominio sobre los pueblos colonizados. Como explica Said (2013), la apropiación del territorio iba de la mano con la apropiación ideológica, pues ambas formaban parte de una misma lógica de expansión y legitimación del poder colonial. Así, el sionismo, al insertarse en este contexto, no solo buscó la creación de un Estado, sino que también se apoyó en una narrativa que deslegitimaba la presencia y los derechos de los palestinos en su propia tierra.
En consecuencia, la cuestión palestina no puede disociarse del proceso más amplio de descolonización que, a lo largo del siglo XX, desafió las estructuras de dominación imperialista en distintas regiones del mundo. La lucha de los palestinos por el reconocimiento de su historia, su territorio y sus derechos políticos es, en esencia, una lucha anticolonial desde una posible interpretación en base a las reflexiones de Edward Said. Sin embargo, a diferencia de otras experiencias o procesos vinculados a la descolonización, Palestina sigue enfrentando una ocupación y destrucción de su infraestructura crítica que perpetúa dinámicas coloniales bajo nuevas formas de legitimación (el proceso de colonización más violento en lo que va transcurrido del siglo XXI). La tarea entonces de exponer estas estructuras y desafiar los discursos que las encubren no es solo un ejercicio teórico, sino un acto de resistencia que permite imaginar alternativas a la opresión. Retomar el pensamiento de Said en este contexto significa reivindicar la necesidad de una descolonización integral, no solo del territorio palestino, sino también del conocimiento, las representaciones y las narrativas que han invisibilizado su lucha.
Relevancia actual del pensamiento y obra de Edward Said
El pensamiento de Edward Said sigue siendo fundamental para comprender las representaciones actuales del mundo islámico y del conflicto en Oriente Próximo. de manera semejante a lo que ocurrió tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en territorio norteamericano, donde el Islam fue reducido a una imagen distorsionada vinculada al terrorismo, en la actualidad persiste la construcción de narrativas que simplifican la realidad y refuerzan estereotipos sesgados. La respuesta militar de Israel en Gaza y Cisjordania tras los ataques del 7 de octubre de 2023 ha avivado nuevamente un discurso que deshumaniza a los palestinos y refuerza la idea de que el conflicto es una lucha entre civilización y barbarie. Esta visión distorsionada no sólo ignora el contexto histórico del conflicto, sino que también legitima la violencia, el asesinato, la deshumanización, el despojo, como única respuesta posible.
Ante este panorama, el legado de Said cobra especial relevancia, pues convoca a reflexionar desde la genealogía y la historia las representaciones reduccionistas y analizar los hechos desde una perspectiva crítica. Desde esta lógica, resulta entonces obligatorio aclarar que no se trata de construir un nuevo relato que sustituya al anterior, sino de cuestionar/identificar las visiones impuestas y despojarse de los estereotipos ideológicos y cosmovisiones que han marcado la percepción occidental sobre el Islam y el mundo árabe. Esto implica no aceptar narrativas simplificadas y tratar de comprender la densa complejidad del conflicto palestino-israelí en toda su dimensión histórica y política, hegemónica y discursiva, sin caer en reduccionismos y pauperizaciones que justifican la opresión de un pueblo en nombre de la seguridad e institucionalización de otro.
Conclusión
El conflicto palestino-israelí es el epicentro de la inestabilidad en Oriente Próximo, y su resolución es crucial para el futuro de la región. La injusticia que padecen los palestinos desde la creación del Estado de Israel, marcada por la ocupación y la colonización, no solo representa una crisis humanitaria, sino también una de las grandes cuestiones morales de nuestra época. Abordar esta complejidad y conflicto desde la obra de Said implica un análisis riguroso de sus raíces históricas y de las narrativas que lo han sostenido, con el objetivo de formular soluciones basadas en la coexistencia y el reconocimiento mutuo.
En definitiva, el estudio de la cuestión palestina requiere una investigación interdisciplinaria que trascienda la filosofía política e involucre la historia, la genealogía, la sociología, la comunicación y los estudios culturales, cuestiones que la obra de Said aborda en sus diferentes aspectos y complejidades. El objetivo de esta simple reseña es brindar un acercamiento a la obra de Said no desde su totalidad, sino simplemente acercarse a breves reflexiones que brinda en El orientalismo y La cuestión palestina. En un mundo caracterizado por el ascenso de China y el conflicto entre Rusia y Ucrania, comprender la complejidad del conflicto en palestina no es solo un ejercicio académico, sino una necesidad ética. Retomar el pensamiento de Said en este contexto significa no sólo reconocer la naturaleza colonial del sionismo desde la perspectiva del autor de esta reseña, sino también reivindicar la riqueza de la sociedad palestina, entendiendo que va más allá del territorio, abarcando el conocimiento, la memoria y la producción de significado. Desmantelando determinadas estructuras narrativas, discursivas y cosmovisiones ideológicas se podrá avanzar hacia una comprensión clara y en perspectiva histórica del conflicto en palestina, que permita imaginar caminos alternativos a la opresión y la violencia.
Bibliografía:
Foucault, M. (1970). La arqueología del saber. Siglo XXI Editores.
Foucault, M. (1975). Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. Siglo XXI Editores.
Gramsci, A. (1971). Cuadernos de la cárcel. Ediciones Era.
Marx, K. (1972). El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte (J. Aricó, Trad.). Siglo XXI Editores. (Obra original publicada en 1852).
Said, E. (2003). Orientalismo. Editorial de Bolsillo.
Said, E. (2013). La cuestión palestina. Debate.
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