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Al gran pueblo argentino ¡Salud! Y discusión –parte 1–

POR Camila Speranza





El pasado 3 de marzo se conoció el primer caso del virus Covid-19 en nuestro país. Este virus puede causar enfermedades en animales y en humanos. Particularmente en los seres humanos puede causar infecciones respiratorias que van desde un resfrío común hasta enfermedades más graves, como el síndrome respiratorio de Medio Oriente (MERS) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS-SARS).

Lo peligroso del virus son sus efectos, particularmente en adultos mayores y en aquellas que padecen afecciones médicas preexistentes (como enfermedad cardiovascular, enfermedad respiratoria o defensas debilitadas, diabetes, etc.), desarrollando en ellas afecciones más graves que en el resto.

Asimismo, es preocupante que la rápida capacidad de contagio que el Covid-19 puede producir el colapso del sistema de salud, al punto tal de no lograr hospitalizar a todxs lxs afectadxs que lo requieran. Los países en los que la pandemia ha aparecido antes que en el nuestro son un claro ejemplo de esto: por no tomar decisiones en el tiempo requerido han sufrido un gran número de contagios por día, y un gran número de casos fatales.

Por eso, las medidas que ha tomado el gobierno de nuestro país han permitido que la cantidad de contagios sea reducida y, en consecuencia, controlada (en términos de que la cantidad de camas alcance para las personas que deben ser hospitalizadas). Asimismo, nos están permitiendo incorporar nuevos hábitos en nuestras rutinas e incluso nuevas formas de vincularnos entre nosotrxs para retornar lo antes posible a la libre circulación. Sin embargo, queda claro que este virus modificará nuestra forma de vivir hasta tanto no descubramos la cura o la forma de eliminarlo. Incorporar estas nuevas formas de vinculación, desde lo lejos, es quizás de las cosas que más nos cuestan porque nuestra cultura está centrada en el encuentro.

A partir de las dificultades que esta pandemia trajo consigo, se han concretado alianzas nunca vistas en nuestro país, como la de los medios de comunicación y el gobierno, que han logrado establecer un mensaje central y homogéneo a pesar de defender intereses completamente opuestos. En Argentina se ha logrado generar un gran consenso social de aceptación sobre la manera en la que el gobierno actual decidió enfrentar la pandemia.

Además se ha impulsado la discusión a partir de la dicotomía sobre la mayor o menor presencia del Estado. En materia de salud, este tipo de discusión en nuestro país se ha dado desde 1820: no solo discutiendo si los Estados deben hacerse o no cargo de los problemas de salud de la sociedad, sino incluso si esa intervención debe ser centralizada o descentralizada.

Esta discusión se ve reflejada en las idas y vueltas de los distintos proyectos políticos que han pretendido organizar y estructurar las instituciones que se han encargado de la salud a lo largo de todo este tiempo, desde las sociedades de beneficencia hasta las instituciones estatales, es decir, desde lo privado a lo público. En paralelo, cobra relevancia la modificación del enfoque: se pasa de ser un sistema basado en la caridad a uno que se centra en el reconocimiento de derechos. Por otro lado, podemos observar también los cambios de rango que han sufrido las instituciones estatales a lo largo del tiempo y como éste ha ido cambiando según las prioridades de un gobierno u otro.

En nuestro país se ha tomado la decisión de considerar a la salud como “política de Estado’’: si bien coexisten el sistema público, privado y de seguridad social, y esto ha traído grandes discusiones sobre la eficiencia de los recursos que aportan todos ellos en el conjunto, y si logran o no la cobertura de la totalidad de la población, los lineamientos políticos parten desde lo público, desde el Estado, desde el gobierno.

Por esto mismo, hay que tener en claro que junto con los cambios de gobierno, se producen cambios en la gestión. Y que estos cambios se materializan en la manera de concebir a las personas y, con ello, al modo en que se diseña y desarrolla la política pública: hacia quiénes es dirigida y dónde será aplicada. Y esto, como dije anteriormente, esta intrínsecamente arraigado al gobierno de turno y los intereses del mismo.

En nuestro país, quien gobierna el Estado desde octubre del 2019 decidió priorizar la vida de lxs argentinxs frente a cualquier otra cuestión. Se ha parado frente a esta pandemia y ha tomado la decisión de hacerse cargo y afrontarla desde ese lugar, y cabe destacar que si bien el Estado nacional ha tomado un rol activo, no ha dejado de respetar las competencias, autonomías y opiniones de los gobiernos provinciales y municipales.

Por otro lado, a partir de la lucha contra esta pandemia se ha logrado visibilizar aquellas tareas que de una forma u otra cuidan la vida, pero que en otros contextos suelen ser opacadas por otras cuestiones como el trending topic del día. Esto trajo consigo un reconocimiento, por lo menos en términos de exposición, a quienes las realizan: LXS TRABAJADORXS. Son quienes desarrollan sus tareas durante un gobierno u otro y muchas veces son víctimas de los cambios de gestión, acusadxs de pertenecer a una fuerza política u otra. Esperemos que este reconocimiento también se materialice en mejores condiciones de trabajo.


Queda un tramo largo por recorrer, en el cual nos cruzaremos una y otra vez con las problemáticas correspondientes a la lejanía que produce el aislamiento y, como dije al principio de esta nota, con las “nuevas formas de socialización”. Pero partiendo de la premisa de que lo indiscutible hoy es cuidar la vida, hay dos cuestiones que merecen atención de manera urgente: la cuestión económica y el crecimiento incesante de casos de violencias de género.

Recuerdo que hace muchos años, cuando empezaba a transitar el camino universitario (en el que pasan los años e instancias pero aún sigo), en la materia Macroeconomía una de las primeras aprehensiones que tuve fue que “los recursos siempre son escasos”. A partir de esto siempre rememoro una frase de un gran político argentino que decía “los problemas de la pobreza no se solucionan desde las políticas sociales sino desde las políticas económicas”. Y si bien mi atención se centra en las políticas sociales, es claro que sin recursos estas no pueden llevarse adelante. Por eso preocupa cómo esta pandemia golpea fuertemente a las economías del mundo. El gobierno argentino ha adoptado determinadas medidas para suavizar dicho golpe: la implementación del ingreso familiar de emergencia, bonos a beneficiarios de las AUH, embarazos, jubiladxs y pensionadxs, créditos a pymes, congelamiento y transparencia de precios, entre otras, pero estas no llegan a alcanzar a toda la población. De allí que veamos a las organizaciones libres del pueblo intentando saldar las necesidades más urgentes, como el hambre.



Existe otra preocupación central, que demanda una resolución urgente: las situaciones de violencia de género, que al transcurrir el distanciamiento social obligatorio no cesan. En argentina hoy tenemos un femicidio cada 29 hs. Esta situación se ha agravado con la cuarentena debido a que muchas mujeres se encuentran encerradas con sus agresores y el acceso a las líneas de emergencia, como la del 144, les resulta difícil (si bien ha ampliado los mecanismos de comunicación –ahora no solo es una línea telefónica, sino que se puede acceder mediante mail y whatsapp– no termina de ser suficiente). A su vez, esta problemática se agrava con las crisis económicas, porque lo único que les permite realmente a las mujeres alejarse de su agresor es la independencia económica, y en esta coyuntura la mayoría de las actividades se encuentran congeladas. Entonces podemos concluir que sin política económica no hay política social.

Esta pandemia más temprano que tarde pasará, pero espero que las tan profundas discusiones que nos ha traído no lo hagan. A partir de esto es que creo que hay aprovechar este impulso para discutir y generar consensos (unidad de concepción para la unidad de acción), porque de esta manera también logramos fortalecer y actualizar las instituciones existentes y lo que ellas representan (que en definitiva son nuestros intereses). Solo de esta manera estaremos cada vez más cerca de lograr una sociedad más justa, una sociedad más libre y más soberana.


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