Del norte al sur y viceversa. Las reuniones Trump – Putin, Trump – Zelenski y las elecciones presidenciales en Bolivia
- Juan Pablo Demaría Aguilar

- 29 ago
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La reunión entre Trump y Putin en Alaska 2025 y las elecciones presidenciales en Bolivia revelan cómo se reconfigura el mapa político mundial. Entre la guerra en Ucrania y la disputa sudamericana, la gran política vuelve a estar en el centro de la escena.

Por Juan Pablo Demaría Aguilar
Otra vez la política de coyuntura da que hablar luego de dos hechos recientes: la reunión Trump – Putin en Anchorage, Alaska, el pasado viernes 15 de agosto; y las elecciones presidenciales en Bolivia el pasado 17 de agosto. Ambos hechos tienen en común lo político, inevitablemente atravesados por ello. En tiempos en que se desprecia la política, en que esta tiene mala prensa, la misma sigue siendo ineludible a la hora de hablar, de discutir o de hacer algo al respecto.
Sobre el primer hecho mencionado, la gran política es la política internacional decimos parafraseando a Juan D. Perón, todo lo demás atinente a la política se sigue de esa magna verdad. La cumbre de dos jefes de estado de dos grandes potencias mundiales no le puso fin a la guerra entre la Federación Rusa y Ucrania, sin embargo, sirvió para darle continuidad al diálogo y a la negociación, es decir, a la diplomacia como medio para allanar caminos y abrir horizontes a una (futura) paz necesaria, y en esto la diplomacia internacional fue no menos importante. Fue crucial y hasta indispensable.
Por su parte la política internacional en Sudamérica tuvo un hecho importante con las elecciones presidenciales en Bolivia. Un país rico en recursos como gas y litio, que por ello las grandes potencias como EEUU, Rusia y China tienen puestos sus intereses allí y que en la mayor parte de la presidencia de Luís Arce el gobierno se centró en la confrontación con el ex presidente Evo Morales entre otros actores mientras la política interna entraba en una crisis que se incrementaba progresivamente al punto que el gobierno de Arce no pudo generar una sucesión capaz de ser competitiva en lo electoral y constructiva en lo político, y el candidato oficialista obtuvo un ínfimo y minoritario porcentaje de votos.
Quizá una de las causas más importantes del fracaso del gobierno de turno boliviano fue desatender las necesidades e intereses de las mayorías que durante tantos años, mediante el proyecto político que condujeron Morales y García Linera fueron protagonistas de una revolución cívico política que generó inclusión, ascenso social y mejora de la calidad de vida de la población en su conjunto. En un contexto internacional en cada vez mayor desorden la política interna boliviana no pudo o no supo ordenar las necesidades de su pueblo y se dejó arrastrar por los vaivenes caóticos de una política-mundo que se incrementa cada vez con más fuerza. Es la política internacional, zonzo.
La primera en Alaska
La reunión Trump - Putin es un avance de la diplomacia internacional. No es el único ni el ultimo. En diplomacia no hay avances últimos ni únicos, estos más bien son temporales, provisorios, siempre queda algo por dialogar y negociar, tirando para no aflojar y aflojando para que no se corte. La apuesta de ambos jefes de estado fue clara, continuar fortaleciendo la cooperación internacional en materia económica y comercial, y en lo diplomático político ponerle fin a la guerra entre Ucrania y Rusia.
Aproximadamente tres años y medio de guerra no puso en pausa la diplomacia internacional que desde el año 2022 viene operando a la par de un conflicto bélico que aparenta ser ya una guerra larga. La diplomacia no para, continúa mediante canales de conversación mientras dos países se atacan dañando población militar y civil. La “comunidad internacional”, es decir, el occidente y sus aliados agrupados en la arquitectura internacional que aún tiene a la Organización de Naciones Unidas (ONU) como su organismo más importante, condena a la Federación Rusa por haber invadido territorio ucraniano y cometer un genocidio de su población.
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), institución internacional conducida por Estados Unidos con el apoyo de la Unión Europea (UE), de la que forman parte los países de Europa entre otros países no occidentales, viene cercando a Rusia desde los últimos años del pasado siglo XX hasta la fecha. La pretensión de quienes conducen el organismo es que Ucrania forme parte del mismo, lo que significa una amenazadora provocación a una Rusia que desde el derrumbe del muro de Berlín y la posterior disolución (perestroika) de la Unión Soviética fue golpeada diplomática y políticamente por Estados Unidos y la OTAN.
¿La segunda en Moscú?
Las palabras de Putin en público "next time in Moscú", y más que las palabras la gestualidad del primer mandatario ruso, dijeron más que esas cuatro palabras que dijo en inglés. Con un tono sereno y una mirada simpática dejó en agenda su intención de que la próxima reunión entre él y Trump sea en territorio ruso. El jefe de estado estadounidense fue anfitrión, valga la redundancia, en su país. Si se concreta la próxima reunión será visitante y Putin será el local. El discreto encanto del toma y daca de la diplomacia política internacional.
Días después de la reunión entre Trump y Putin en EEUU se reunió el primer mandatario estadounidense con su par ucraniano Zelenski también en el país norteamericano. La diplomacia trumpista logró que EEUU sea anfitrión ya dos veces, lo que posiciona a la potencia del norte occidental del mundo en el rol de mediador o ¿árbitro? en el conflicto bélico Rusia vs. Ucrania.
Trump con Zelenski
La reunión entre el primer mandatario estadounidense y su par ucraniano Volodímir Zelenski, unos días después de la reunión que sostuvo Trump con Putin, tuvo al republicano estadounidense de local, nuevamente de local. El jefe de estado de Ucrania esta vez estuvo vestido enteramente de color negro. Un color que en occidente se asocia al luto por la muerte de una persona o de miles de personas. Quizá la vestimenta del que en un pasado reciente era comediante y devino en político dirigente se vistió de luto por los miles de personas que envió a morir en la guerra contra su enemiga Rusia.
Aquí no se trata del movimiento dialéctico del que hablaba Karl Marx en uno de sus libros cuando plantea, siguiendo a G.W.F. Hegel, que la historia se repite dos veces, primero como tragedia y después como comedia. Aquí la dinámica dialéctica se da a la inversa: primero la comedia y luego la tragedia. Quien en un pasado reciente fue un comediante que actuaba de payaso entre otros roles actorales cómicos devino en político hasta llegar a jefe de estado de un país poderosamente rico en recursos como tierras raras y producción de materiales para producir alimentos, y lo que no es menor, continúa en guerra contra una potencia geopolítica militar armamentística de nivel mundial.
Hasta el momento hay datos ya de público conocimiento, la administración Biden, anterior a la actual Trump, gastó aproximadamente 300 mil millones de dólares en armar a Ucrania, dato que Trump lo dijo públicamente en más de una oportunidad. También países occidentales que forman parte de la OTAN como Inglaterra, Francia, Alemania han enviado armas a Ucrania. El tercer país europeo mencionado es el segundo proveedor de armas a Ucrania.
Más allá de estos datos, en la anterior reunión de Trump con Zelenski, también en territorio estadounidense, la vestimenta del jefe de estado ucraniano parecía la de un deportista o al menos la de alguien que terminaba de hacer actividad física y tuvo una reunión protocolar de suma importancia, y la urgencia le impidió cambiarse de vestimenta. La vestimenta también es parte de la diplomacia política internacional, tiene que ver con ella y el comediante devenido en trágico político mediante su vestimenta hace un uso de la diplomacia que amerita la investigación de los eruditos en la materia.
Se viene la segunda en Bolivia
En las elecciones presidenciales en Bolivia acomete precipitada una pregunta: ¿vuelve la derecha a gobernar los destinos del país hermano? Los dos candidatos, Paz y Quiroga, que irán a segunda vuelta pretenden terminar con el proyecto que gobernó el pueblo latinoamericano desde 2006 hasta los primeros tiempos del gobierno (aún en funciones) de Luís Arce. Parece ser que cualquiera de los dos candidatos que disputarán la presidencia en la segunda vuelta pretenden ponerle fin a un ciclo y empezar otro que marque radicalmente la diferencia con el de Arce y en especial con el proyecto político que condujeron Morales y García Linera. No pasar de página un mismo libro, sino quemar uno y empezar otro.
La segunda vuelta en el país latinoamericano no es una vuelta más. Es crucial para un pueblo y un Estado que, durante alrededor de tres lustros, mediante un proyecto político de transformación profunda mejoró la calidad de vida de bolivianas y bolivianos. Recordemos el rol activo que tuvieron sectores históricamente postergados como indígenas y campesinos en la vida política y la participación cívica mediante un proyecto político conducido por Evo Morales y Álvaro García Linera.
A ninguno de los dos candidatos que sacaron mayor cantidad de votos les alcanzó para ganar las elecciones presidenciales en primera vuelta, en consecuencia, irán a segunda vuelta. Gane quien gane no hay diferencias políticas significativas entre uno y otro candidato. Por lo pronto la política internacional y local sigue su juego y no se trata de algo abstracto, sino de acciones políticas llevada adelante por políticos.
Más allá de esa obviedad, la única verdad sigue siendo la realidad y la realidad da cuenta de que de ella y de cómo actúen sus actores -Trump, Putin y Zelenski en cuanto a que harán con respecto a la persecución de la paz entre Rusia y Ucrania, y el rol de China en ello, y por otro lado cómo seguirá gobernando en lo que le queda de tiempo de mandato de gobierno a Arce en Bolivia y como continuará la política interna del país latinoamericano gane quien gane-, en el escenario político internacional. La gran política sigue siendo la política mundial. Lo demás se sigue de esta gran verdad.




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