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Rusia y Occidente: en el fango de la guerra

Disputa por el liderazgo de la defensa y seguridad en Europa



Por Daniel Camargo *


Tras la conquista por el ejército ruso de la estratégica ciudad fortaleza de Avdiivka, en las inmediaciones de Donetsk el 17 de febrero pasado, y la alta probabilidad de un colapso de las fuerzas armadas de Ucrania a lo largo de la extensa línea del frente, las voces de alarma retumbaron en Bruselas, París, Berlín y Washington, exponiendo las contradicciones estratégicas frente al despliegue de tropas en Ucrania y el envío de armamento no convencional de enorme poder destructivo. La falta de cohesión estratégica refleja una dinámica más compleja a simple vista; la disputa por el liderazgo militar en Europa que enfrentan a Francia y Alemania, con un telón de fondo en donde Ursula von der Leyen (política alemana, presidenta de la Comisión Europea) reclama la necesidad de un mayor desarrollo del complejo militar-industrial en Europa con los enormes recursos rusos que han sido congelados en la UE.

El 26 de febrero frente a representantes de la OTAN, el presidente francés Emmanuel Macron propuso diseminar fuerzas especiales occidentales en diversos puntos de la línea del frente para impedir el avance sobre el terreno por parte del ejército Ruso. La puesta en escena de Macron tiene por objeto demostrar que Francia está en disputa frente a Alemania por el liderazgo de Europa en materia de defensa y seguridad. Después de Estados Unidos, Alemania es el país que más recursos financieros y armamentísticos ha suministrado a Ucrania en el desarrollo de la guerra contra Rusia. Por su parte Olaf Scholz viene construyendo un eje militar vinculado a Estados Unidos en alianza con Polonia, los países bálticos y la muy polémica Ursula von der Leyen. De allí que, en París, Scholz rechazó sin miramientos la propuesta de Macron y declaró que no habrá despliegue de soldados en suelo Ucranio enviados por países europeos o Estados de la OTAN.

 

El empleo de armamento de largo alcance, material militar no convencional

 

Scholz, al defender la posición de Berlín de no suministrar misiles Tauros con un alcance de 500 kilómetros a Kiev (que técnicamente tendrían el poder de impactar en Moscú y otras ciudades Rusas), dejó en evidencia a Francia y al Reino Unido quienes han transferido de manera unilateral a Ucrania misiles Storm Shadow y Scalp, respectivamente, que son disparados por pilotos ucranianos desde aviones SU-24 modificados, bajo el control y la asesoría especializada de expertos británicos y franceses. El canciller alemán, al expresar la obligatoriedad de un papel directo de personal militar alemán para garantizar la puntería y el adecuado funcionamiento tecnológico del misil Taurus, confirmó el hecho largamente sospechado de la presencia de tropas francesas e inglesas sobre el terreno en Ucrania, presencia militar que pone en evidencia la contradicción estratégica y la pugna de poder dentro de la UE y la toma de decisiones de la OTAN en cuanto a la escalada de la violencia en el conflicto.

 

Europa prepara las espadas: ¡Ursula von der Leyen, la burguesa guerrera!

 

En este contexto, la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen, lideró la transferencia de los ingresos de los activos congelados de Rusia en la UE a Ucrania, con el objetivo de proporcionar financiación para equipamiento militar (3.000 millones de euros). El futuro de los extraordinarios recursos congelados rusos serán usados como inversión para la elaboración de la primera estrategia industrial europea de seguridad y defensa, reforzando la carrera armamentística del continente de cara a un posible conflicto con Rusia.

El pudor y la vergüenza por las consecuencias de las guerras mundiales son cosa del pasado para los líderes que se disputan el futuro de la política de seguridad y defensa en Europa. ¡Emmanuel Macron y Ursula von der Leyen hacen sonar los tambores de guerra en Europa!

 

Estados Unidos y su Guerra de espías

 

El artículo publicado 27 de febrero en el New york times por Adam Entous y Michael Schwirtz “La guerra de los espías: cómo la CIA ayuda secretamente a Ucrania a luchar contra Putin” reveló que desde 2016 la Agencia Central de Inteligencia (CIA) había financiado y mantenido una red de 12 bases secretas en Ucrania con propósitos de espionaje a lo largo de la frontera rusa, que en los dos últimos años proporcionó al ejército ucraniano información de inteligencia para realizar ataques selectivos con misiles de largo alcance y rastrear los movimientos de tropas rusas. Tras la caótica huida de Avdiivka de tropas de elite ucranias, se informó que perdieron información estratégica sensible y sofisticados equipos de intercepción de comunicaciones: ¿Estaban algunos de esos búnkeres secretos de la CIA en Avdiivka?, ¿fue eso lo que desató la disputa estratégica de OTAN?

 

La posición rusa frente a la contradicción estratégica occidental

 

El presidente Putin en su discurso anual ante el Parlamento ruso aclaró cualquier tipo de ambigüedad sobre cuáles serían las consecuencias de una intervención de la OTAN en Ucrania, considerada por el Kremlin un acto de guerra. Recordó el destino de las invasiones de Napoleón y Hitler a Rusia, y pasó a describir los avances rusos en el campo de las armas nucleares estratégicas, entre ellas, el misil de crucero Burevestnik, el misil intercontinental Sarmat y las ojivas hipersónicas Avangard, inmunes a las defensas antimisiles occidentales, a los que se suman el Zircón y el Kinzhal utilizadas en combate en el conflicto contra Ucrania.

Rusia se limitará a utilizar armas convencionales, mientras su territorio no sea atacado, pero sí enfrenta el riesgo de una derrota militar a causa de la intervención militar directa de la OTAN, el uso de armas nucleares queda abierta como una realidad potencial, advirtiendo que occidente debe comprender que Rusia tiene armas capaces de alcanzar objetivos en su territorio.

 

Autoritarismo electoral en Rusia en la construcción de un régimen de totalitarismo híbrido

 

El politólogo Andreas Schedler (2004) plantea la necesidad de entender el rol que cumplen las elecciones en los regímenes autoritarios:

 

La idea de la democracia ha llegado a identificarse de manera tan estrecha con las elecciones, que estamos en peligro de olvidar que la historia moderna de las elecciones representativas es tanto un recuento de manipulaciones autoritarias, como una saga de triunfos democráticos. Dicho de otro modo, las elecciones han sido, históricamente, un instrumento de control autoritario, así como un medio de gobernación democrática (Schedler, 2004, p. 137-156).

 

Los autoritarismos electorales no son democracias, aunque permiten el juego multipartidista en elecciones regulares para la designación de los cargos ejecutivos y legislativos. Quebrantan los principios de libertad y transparencia al convertir las elecciones en instrumentos para el régimen autoritario en lugar de instrumentos para la democracia. Debido a su extraña mezcla de instituciones democráticas con prácticas autoritarias, estos regímenes no calzan en las categorías tradicionales utilizadas en política comparada.

Las recientes elecciones presidenciales realizadas el pasado marzo batieron oficialmente todos los récords. El presidente Vladimir Putin recibió un 87,3 por ciento de los votos a su favor, en medio de una participación del 77,4 por ciento. En los últimos dos años, el régimen de Putin ha construido cada elemento de sí mismo para adaptarse a un estado de guerra permanente. En el modelo político de unificación del comportamiento de las élites con su apoyo al establecimiento y consolidación del nuevo régimen, en el desarrollo de propaganda estatal que pondera incesantemente la necesidad de defender a la federación del expansionismo occidental, en la consolidación de un nuevo orden internacional y el despliegue de relaciones comerciales y militares estratégicas. La abundancia de los recursos naturales en Rusia ha permitido que el régimen de Putin pueda desarrollar una economía de guerra. En la esfera local, tanto el poder judicial, como el sistema educativo son controlados por el Kremlin, la sociedad civil y la vida cotidiana están estrechamente vinculadas a la operación especial en Ucrania.

El régimen de Putin, que está entrando en la etapa de madurez absoluta ya no es más un régimen autoritario que sólo requiere silencio del pueblo y controlar las reglas de acceso y funcionamiento del poder. La victoria de Putin en unas elecciones marcadas por el miedo y un pasivo inconformismo dan inicio a la etapa de transición a un régimen de totalitarismo híbrido que exige complicidad y compromiso para la supervivencia del Estado. La sociedad debe pagar sus deudas al Estado sacrificando a sus seres queridos en las trincheras, asistiendo a mítines masivos en apoyo de la guerra y realizando actividades socialmente aprobadas, desde denunciar a un colega o a un estudiante, maestro o vecino por expresar oposición a la crueldad y dinámicas de la guerra.

El Estado en manos de Putin alimenta a la mayoría obediente con rituales de unidad, una historia nacional de victorias sin derrotas y la ideología del imperialismo. Como resultado, el cansancio de la operación especial no se expresa en exigencias de paz y apertura de Rusia, sino en un apoyo aún más agresivo. El régimen de Vladimir Putin exhibe compromiso, complicidad y conformismo. Ésta fue la fórmula del contrato social entre la sociedad y el Estado, al menos durante el segundo año de lo que el Kremlin llama su “operación especial” contra Ucrania y sus aliados de la OTAN. El costo de comprar tranquilidad y asegurar una estabilidad para la gente en Rusia es una papeleta depositada en la urna el día de las elecciones.

Las personas que votaron para refrescar la legitimidad de Putin (y al mismo tiempo para legitimar su guerra) son principalmente aquellos que dependen del Estado, ya sea política, social, o económicamente. Además, la mayoría electoral incluye a muchas personas mayores que no corren riesgo de ser reclutadas por el ejército y que han vivido la transformación de la Rusia contemporánea. En cierto sentido, el Kremlin logró convertir la operación especial en una acción "popular", en una causa común que debería unir a la nación. Aquellos que no están con el Kremlin están "contra Rusia", esos "traidores nacionales" (Alexei Navalny) y "escoria" (Yevgeny Prigozhin) contra los que Putin ordenó luchar al FSB, a la Fiscalía General y al Ministerio del Interior.

Antes del despliegue de la operación especial, eran “nosotros y ellos”: la gente común versus aquellos que dirigen el país y ganan una fortuna con la renta de los recursos naturales. Ahora la estructura ha pasado de ser vertical a horizontal: “nosotros” ahora significa todos los rusos, incluidos Putin y las autoridades, mientras que “ellos” son Occidente y Ucrania.

 

Conclusión

 

Francia y Alemania compiten por el liderazgo de la política de seguridad y defensa en Europa, mientras Ursula von der Leyen busca impulsar el conflicto militar con la integración de los activos rusos congelados. La presencia de la CIA en Ucrania y las advertencias de Putin sobre una intervención de la OTAN subrayan los riesgos de una escalada militar sin precedentes. Mientras tanto, en Rusia, el régimen de Putin se consolida en un estado de guerra permanente, respaldado por una base de apoyo que busca estabilidad. Esta situación genera una creciente escalada de conflicto e incertidumbre entre la OTAN y Rusia, aumentando la probabilidad del empleo de armamento no convencional a gran escala, exponiendo la aún más marcada polarización en un mundo determinado por una realidad multipolar en la geopolítica.

 

¡Suenan los tambores de guerra en Europa!

 

* Licenciado en Ciencia Política (UBA). Su campo de investigación es la tecnología y el orden internacional.

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