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¿El fin a la guerra comercial entre China y EEUU?

Tras una tregua entre Estados Unidos y China, se reconfiguran las relaciones comerciales globales. América Latina emerge como un territorio clave en la disputa, mientras el gigante asiático consolida su presencia con inversiones, acuerdos estratégicos y una narrativa de cooperación soberana.

Por Carlos Alberto Aguirre



Se llegó a un acuerdo entre el gigante norteamericano y el asiático. Este impasse se resolvió el lunes 12 de mayo, cuando ambas potencias económicas —bajo los liderazgos de Donald Trump y Xi Jinping— decidieron establecer una tregua en su enfrentamiento comercial y político. El recorte tendrá una duración de tres meses y entró en vigencia el miércoles 14 de mayo. Las negociaciones entre representantes de ambos países se llevaron a cabo en Ginebra, Suiza.


El conflicto se resolvió de la siguiente manera: Estados Unidos redujo sus aranceles del 145% al 30%, es decir, una disminución del 115%. China, por su parte, bajó sus aranceles del 125% al 10%, igualando también una reducción del 115%, y equiparando así los porcentajes arancelarios entre ambos países. Sin embargo, al analizar los detalles, puede observarse que ambas potencias otorgaron el mismo trato arancelario que el aplicado a países como Argentina, Brasil y Ecuador.


Los delegados estadounidenses, Bessent y Greer, destacaron sectores clave para su país, como la siderurgia y el farmacéutico. Esto se debe a que los aranceles impuestos anteriormente por Trump se preveía que provocarían una recesión en Norteamérica, afectando además a cualquier país con fuertes vínculos comerciales con Estados Unidos.


La guerra comercial y su impacto global.


La guerra comercial entre Estados Unidos y China generó un cimbronazo que afectó a todos los países del mundo. Con el regreso de Donald Trump al poder, se implementó una política exterior agresiva, en línea con el pensamiento schmittiano del “amigo-enemigo”, especialmente en materia de comercio internacional. El líder republicano provocó un gran impacto mundial al aplicar duras sanciones comerciales a países que, en su visión, amenazan la autonomía económica estadounidense y mantienen relaciones cercanas con Pekín.


Esta postura generó una fuerte incertidumbre en los mercados bursátiles globales, dando inicio a una puja comercial y diplomática entre ambos países que involucra directamente al resto del mundo.


China y América Latina.


Respecto a la relación entre China y la CELAC —organismo que agrupa a 30 países de América Latina y el Caribe—, el gigante asiático busca consolidar su presencia en una región tradicionalmente dominada por Estados Unidos. Un caso emblemático de esta disputa es el del Canal de Panamá, donde Xi Jinping respaldó públicamente la independencia del mismo y rechazó cualquier tipo de injerencia por parte de potencias extranjeras. Con estas declaraciones, China propone un modelo de relación bilateral en el que es posible mantener vínculos estrechos sin renunciar a una política nacional autónoma. Casos como el puerto de Chancay en Perú, el ingreso de Colombia a la Franja y la Ruta, o la cooperación energética con Venezuela, muestran una red funcional de interdependencia.


Un ejemplo de este crecimiento es el comercio bilateral entre China y América Latina durante 2024, que alcanzó los 515 millones de dólares. Brasil fue el país más beneficiado, algo esperable dado que ambos países fueron miembros fundadores del BRIC. Además, Brasil es el mayor socio comercial de China en la región y mantiene fuertes lazos de inversión, como el del corredor ferroviario bioceánico —que conectará Brasil, Bolivia y Perú— al que China ha destinado 3.500 millones de dólares.


Argentina, por su parte, no participó en la CELAC, en parte debido a su alineamiento político con Estados Unidos. Sin embargo, utiliza el swap con China para el pago de deuda externa. A pesar de su ausencia, la Casa Rosada aclaró que aún está pendiente la visita de Javier Milei al país asiático.


La estrategia de China en la región.


China anunció una línea de crédito de 10 millones de dólares para proyectos de desarrollo en América Latina. Desde una perspectiva geopolítica, la región representa para el país asiático una fuente estratégica de recursos minerales y naturales. En ese contexto, se destacan tres medidas clave con las que China busca aumentar su influencia en la región:


  1. Crédito: Xi Jinping anunció una nueva línea de crédito por 9.200 millones de dólares (convertidos a yuanes) para los países miembros de la CELAC, además de nuevas inversiones en infraestructura.

  2. Innovación tecnológica: Frente al reclamo latinoamericano por la falta de valor agregado y su dependencia de la exportación de materias primas, China propuso ampliar la cooperación en áreas emergentes como energía limpia, telecomunicaciones e inteligencia artificial, posicionándose como un socio estratégico y confiable.

  3. Defensa de la soberanía: Mientras Estados Unidos propuso retomar el control del Canal de Panamá —algo rechazado por el propio país centroamericano—, China se presenta como un aliado clave en la defensa de la soberanía latinoamericana.

Esta capacidad de adaptación estratégica, sumada con la forma en que China se ve a sí misma como actor en América Latina, bien nos puede remitir a la sabiduría que guarda este pensamiento del sabio chino Lao Tsé:

“Conocer a los demás es inteligencia; conocerte a ti mismo es verdadera sabiduría. Dominar a los demás es fuerza; dominarte a ti mismo es el verdadero poder.”

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