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La carrera por el Ártico

El deshielo acelerado del Ártico, impulsado por el cambio climático, ha transformado una región antaño inhóspita en un escenario clave de competencia estratégica entre las grandes potencias. La carrera por el control de recursos naturales, rutas comerciales y posiciones geopolíticas redefine el equilibrio global y revive tensiones que recuerdan a la Guerra Fría.


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Por Gonzalo Dinamarca


La Guerra Fría y su legado


Durante la Guerra Fría, el Ártico fue una arena estratégica crucial para la rivalidad nuclear entre las superpotencias. Su posición geográfica ofrecía la ruta más corta para posibles ataques aéreos soviéticos contra Norteamérica, lo que lo convertía en un frente vital para la defensa. La Unión Soviética militarizó intensamente su costa ártica, estableciendo su Flota del Norte, que incluía un gran número de submarinos de ataque de propulsión nuclear y la mayoría de sus submarinos de misiles balísticos de propulsión nuclear (SSBN), en la Península de Kola, cerca de Múrmansk. Estos SSBN eran considerados los activos nucleares más supervivientes de Moscú, fundamentales para su capacidad de disuasión.  


En respuesta a la amenaza de ataques soviéticos por el polo, Estados Unidos implementó una robusta política de militarización ártica para la defensa de Norteamérica. Esto incluyó la construcción de la Línea de Alerta Temprana Distante (DEW, por sus siglas en inglés), un sistema de estaciones de radar que se extendía desde Alaska, a través de Canadá, hasta Groenlandia, diseñado para proporcionar una alerta temprana de ataques de bombarderos soviéticos. También se establecieron instalaciones militares en Groenlandia mediante acuerdos con Dinamarca. La Marina de los EE. UU. operaba activamente submarinos de ataque en las aguas del norte, incluyendo el Mar de Barents y el Océano Ártico, centrándose en la guerra antisubmarina (ASW) en el desafiante entorno bajo el hielo. El USS Skate se convirtió en el primer submarino en emerger en el Polo Norte en 1959, demostrando la pericia estadounidense en operaciones árticas.


La "Estrategia Marítima" de la Administración Reagan adoptó una postura más asertiva en las aguas del norte, buscando penetrar los bastiones soviéticos y expandir la Marina de los EE. UU. Hacia finales de la Guerra Fría, el norte estaba "altamente armado, fuertemente nuclearizado, seriamente disputado y estratégicamente significativo" (United States Naval Institute, 2024).  


La disolución de la Unión Soviética en 1991 provocó un cambio drástico, con el Ártico perdiendo prominencia estratégica para los EE. UU. y convirtiéndose en una zona caracterizada por niveles inusuales de cooperación. El enfoque se desplazó hacia desafíos ambientales, explotación de recursos, derechos indígenas y desarrollo de infraestructuras, en gran medida fuera del ámbito de la seguridad tradicional. Este período fue a menudo denominado "excepcionalísimo ártico".   


Sin embargo, este período de baja tensión resultó ser temporal. El deterioro dramático de las relaciones entre Washington y Moscú, exacerbado por las acciones de Rusia en Crimea y el este de Ucrania en 2014, y su invasión a gran escala de Ucrania en 2022, junto con los efectos del cambio climático que abren la región, ha llevado al resurgimiento del Ártico como una arena de competencia estratégica.  


Tabla 1: Hechos claves de la Militarización Ártica durante la Guerra Fría

AÑO

Evento/Desarrollo

Actores Clave

Significado

1945

EE.UU. inicia la militarización ártica; relaciones EE. UU.-soviéticas se deterioran.

EE.UU., URSS

Inicio de la política de defensa de Norteamérica, incluyendo la estatalidad de Alaska y la planificación de bases en Groenlandia y la Línea DEW.

1957

Lanzamiento del Sputnik.

URSS, EE.UU.

Inicio de la carrera espacial; estaciones de radar árticas estratégicamente ubicadas para rastrear misiles balísticos.

1959

El USS Skate emerge en el Polo Norte.

EE.UU.

Demostración de la pericia de los submarinos estadounidenses en operaciones árticas bajo el hielo.

1961

La URSS detona la 'Bomba del Zar' en Nueva Zembla.

URSS

Demostración de capacidades nucleares en el entorno ártico extremo, reforzando el papel del Ártico como frente estratégico.

1986

Adopción de la "Estrategia Marítima" de Reagan.

EE.UU.

Postura más asertiva en las aguas del norte, con un enfoque en la guerra antisubmarina y la expansión de la Marina.

Cuadro de elaboración propia, utilizando información de fuentes de Wilson Center. (s.f.) y RAND Corporation (2017).



La disputa por el Ártico
La disputa por el Ártico

Contexto Geopolítico Actual y Acuerdos Internacionales en el Ártico


El Ártico enfrenta una transformación impulsada, en gran medida, por el deterioro de las relaciones entre Washington y Moscú, agudizado tras la invasión rusa de Ucrania. Este contexto geopolítico redefine la dinámica de una región crucial.


El Consejo Ártico, establecido en 1996, es el principal foro intergubernamental para la cooperación entre los ocho Estados árticos y los Pueblos Indígenas, centrado en desarrollo sostenible y protección ambiental, excluyendo la seguridad militar. Ha logrado acuerdos vinculantes en búsqueda y rescate (2011), contaminación por petróleo (2013) y cooperación científica (2017). Sin embargo, la guerra en Ucrania en 2022 interrumpió drásticamente esta colaboración, pausando las reuniones políticas y sembrando dudas sobre su estabilidad y eficacia futuras, especialmente ante la creciente militarización.


La Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar (UNCLOS) es el pilar legal para los límites marítimos, reclamaciones de plataformas continentales y derechos sobre recursos en el Ártico. Define zonas como el mar territorial (12 millas náuticas), la Zona Económica Exclusiva (ZEE, 200 millas náuticas) y permite a los estados reclamar plataformas continentales extendidas con evidencia científica. Todos los estados árticos, excepto Estados Unidos, son parte de UNCLOS (Arctic Portal, s.f.).


Las disputas territoriales persisten. La Dorsal de Lomonósov es reclamada por Rusia, Dinamarca y Canadá debido a sus potenciales recursos naturales, un interés que Rusia subrayó simbólicamente en 2007. El Paso del Noroeste es considerado aguas internas por Canadá, mientras EE. UU. y otros lo ven como un estrecho internacional. Similarmente, Rusia considera la Ruta del Mar del Norte aguas internas, postura disputada por otras naciones marítimas. En contraste, la disputa por la Isla Hans entre Dinamarca y Canadá se resolvió pacíficamente en 2022.


La no ratificación de UNCLOS por EE. UU. tiene serias implicaciones. Limita su uso de los mecanismos de resolución de disputas del tratado y le impide presentar formalmente reclamaciones sobre una plataforma continental extendida, mermando su influencia frente a las reclamaciones de Rusia (Ruta del Mar del Norte) y Canadá (Paso del Noroeste) y sus intereses de libertad de navegación.


El Consejo Ártico, aunque valioso para la cooperación ambiental, no puede abordar tensiones militares. La parálisis actual, producto de la guerra en Ucrania, evidencia esta limitación, dejando un vacío en la gobernanza de seguridad en una región cada vez más estratégica y militarizada. Las cuestiones de seguridad se desvían hacia foros bilaterales o de la OTAN-Rusia, incrementando el riesgo de errores de cálculo (Arctic Council, s.f.).


Existen otros marcos relevantes: el Acuerdo para Prevenir la Pesca No Regulada en el Océano Ártico Central (CAOFA), que establece una moratoria pesquera para estudio científico; el Código Polar de la Organización Marítima Internacional (OMI), con regulaciones para buques en aguas polares; y el reciente Acuerdo de la ONU sobre Biodiversidad Fuera de la Jurisdicción Nacional (BBNJ), que busca proteger la biodiversidad marina en aguas internacionales, complementando UNCLOS.



La batalla por los recursos del Ártico
La batalla por los recursos del Ártico

Recursos y Rutas Marítimas Críticas


El Ártico posee una importancia económica considerable debido a sus vastas reservas de recursos naturales sin explotar, que incluyen petróleo, gas, minerales y caladeros de pesca. Se estima que la región contiene el 13% de los recursos mundiales de petróleo convencional no descubiertos y el 30% de los recursos de gas natural convencional no descubiertos. Más allá de los hidrocarburos, el Ártico es rico en minerales como oro, plata, cobre, níquel, plomo, hierro, uranio, elementos del grupo del platino y, crucialmente, elementos de tierras raras. La mayoría de las reservas minerales se encuentran dentro de los límites de los estados nacionales árticos. La región también cuenta con caladeros de pesca prístinos, aunque relativamente más pequeños que en otras áreas, con un creciente interés en la maricultura. 


A pesar de las vastas reservas, el desarrollo de los depósitos de petróleo y gas del Ártico presenta desafíos significativos debido a los altos costos (entre un 50% y un 100% más que proyectos similares en Texas), las largas cadenas de suministro, el acceso limitado al transporte y la necesidad de salarios más altos para los trabajadores. El desarrollo del gas natural es particularmente difícil debido a su bajo valor de mercado en relación con el petróleo y los altos costos de transporte. 

Por otra parte, el cambio climático está haciendo que la Ruta del Mar del Norte (RMN) a lo largo de la costa rusa y el Paso del Noroeste (PNW) a través del archipiélago ártico canadiense sean cada vez más viables como rutas de navegación durante los meses de verano. La Ruta Marítima Transpolar (RTP), una futura ruta a través del Polo Norte, también está ganando atención como una potencial "Ruta de la Seda sobre Hielo". 


Estas rutas marítimas árticas (ASR) ofrecen atajos significativos, lo que podría reducir el tiempo de viaje para los buques chinos a Europa hasta en un 40%. Por ejemplo, la RMN podría reducir los tiempos de envío entre Singapur y Europa de 110 a solo 70 días. Sin embargo, las ASR se enfrentan a limitaciones sustanciales: son estacionales, permanecen congeladas la mayor parte del año, con ventanas sin hielo que duran, en el mejor de los casos, unos pocos meses. La naturaleza impredecible del deshielo del hielo marino dificulta la cartografía de rutas seguras. Los desafíos incluyen la falta de infraestructura marítima necesaria, puertos de aguas profundas y servicios de búsqueda y rescate. La viabilidad económica a menudo se cuestiona debido a las inestabilidades políticas, económicas y técnicas, y a diversos peligros. Para muchas cargas, el ahorro de costes es mínimo en comparación con las rutas tradicionales, y los buques portacontenedores de gran tamaño pueden verse restringidos por el calado y la manga. El aumento del transporte marítimo también conlleva riesgos ambientales, como las emisiones de carbono negro que aceleran el deshielo, la introducción de especies exóticas a través del agua de lastre y posibles derrames de petróleo (YL Cube, s.f.). 


Si bien el deshielo hace que los recursos y las rutas marítimas sean accesibles, la información disponible revela que esta accesibilidad no se traduce automáticamente en viabilidad económica o rentabilidad comercial. Los altos costos operativos, la falta de infraestructura, los riesgos ambientales y la naturaleza impredecible del hielo hacen que el tránsito comercial y la extracción a gran escala sean un desafío. Esto sugiere que las inversiones estatales actuales en infraestructura ártica y capacidades militares podrían estar impulsadas más por un posicionamiento estratégico a largo plazo y una influencia geopolítica (por ejemplo, afirmar la soberanía sobre futuras rutas, asegurar la independencia energética) que por retornos comerciales inmediatos. La "carrera" se trata tanto del potencial futuro y el control estratégico como de la ganancia económica actual.



Militarización rusa en el Ártico
Militarización rusa en el Ártico

Militarización del Ártico: una nueva carrera armamentista


El Ártico, una vasta región de importancia estratégica, se está transformando rápidamente en un escenario de creciente tensión militar. Rusia, con sus 24.140 km de costa ártica, mantiene la presencia militar y política más robusta. Desde 2008, y con mayor intensidad tras 2014, Moscú ha emprendido una remilitarización a gran escala: ha reabierto bases de la era soviética, desplegado sistemas de radar avanzados, expandido sus defensas aéreas y aumentado su flota de rompehielos nucleares. Imágenes satelitales confirman la masiva construcción en instalaciones militares, y Rusia declara haber erigido más de 400 desde principios de siglo, superando en un tercio a las de la OTAN. La región alberga submarinos con capacidad nuclear, bombarderos estratégicos y buques con misiles guiados, elementos de su "Estrategia Ártica 2035" para asegurar el dominio económico y militar. Moscú justifica esta acumulación como una respuesta a la creciente presencia de la OTAN (The Organization for World Peace, s.f.).


Estados Unidos, por su parte, ha revitalizado su enfoque ártico, actualizando sus estrategias en 2022 y 2024. Estas priorizan la preparación militar, la mejora de la inteligencia, vigilancia y reconocimiento (ISR), las comunicaciones y las operaciones en climas fríos. Ha reactivado la 11ª División Aerotransportada, especializada en el Ártico, e invierte en infraestructura y defensa antimisiles. Ejercicios regulares como Arctic Edge y Arctic Forge, a menudo coordinados con Finlandia y Noruega, buscan mejorar la preparación e interoperabilidad aliada.


La adhesión de Finlandia (2023) y Suecia (2024) a la OTAN ha reconfigurado drásticamente la seguridad regional. Con todos los estados árticos, salvo Rusia, ahora en la Alianza, la frontera de la OTAN con Rusia se ha duplicado, fortaleciendo su posición geopolítica en el Extremo Norte. Esto ha intensificado los ejercicios militares, como "Steadfast Defender 2024" (el mayor de la OTAN desde la Guerra Fría, con foco ártico) y "Nordic Response 2024" (20.000 soldados de 13 naciones en Noruega). Los aliados de la OTAN también están mejorando la movilidad militar e infraestructura, incluyendo planes para un ferrocarril estratégico que transporte tropas desde Noruega, a través de Suecia, hasta la frontera finlandesa con Rusia.


Otros actores árticos también refuerzan sus defensas. Canadá, reconociendo la necesidad de una colaboración más profunda con EE. UU. en seguridad ártica y defensa aeroespacial (NORAD), mantiene ubicaciones operativas avanzadas y una base de inteligencia de señales (ALERT) en el Alto Ártico, y ha anunciado inversiones históricas en defensa. Noruega, con frontera directa con Rusia, considera el Extremo Norte su área de mayor importancia militar. Ha aumentado su presencia septentrional desde la guerra de Ucrania y depende de la cooperación internacional, principalmente con EE. UU. y la OTAN. La expansión de la Alianza se ve como positiva para la Cooperación de Defensa Nórdica (NORDEFCO).


Los ejercicios militares recientes se centran en operaciones multidominio en climas fríos, buscando mejorar la interoperabilidad entre las fuerzas de la OTAN y validar la preparación táctica en entornos austeros. Estas maniobras, junto a la acumulación de arsenales, son una clara señal de disuasión y proyección de poder, reforzando la trascendencia militar del Ártico.


Las motivaciones para esta militarización son diversas: asegurar la defensa territorial, particularmente contra crecientes amenazas de misiles balísticos (el Ártico es la ruta más corta para un ataque entre Rusia y EE. UU.); proteger la soberanía nacional y hacer valer reclamaciones territoriales; y salvaguardar el acceso y explotación de vastos recursos naturales y líneas de suministro críticas. Para Rusia, el Ártico es un componente central de su seguridad nacional, crecimiento económico y proyección de poder global, permitiéndole "mostrar su fuerza sin incurrir en ningún riesgo geopolítico significativo" (U.S. Army University Press, s.f.).


Históricamente, la Guerra Fría estableció el Ártico como un amortiguador estratégico y teatro nuclear. Tras su fin, se vislumbró como un área de cooperación. Sin embargo, la reciente escalada militar rusa, junto al renovado enfoque de EE. UU. y la OTAN –acentuado por la adhesión de Finlandia y Suecia–, indican una transformación profunda. El Ártico ya no es solo una frontera de recursos, sino una "línea de frente" militar directa donde los principales rivales nucleares y sus aliados se posicionan activamente, preparándose para un posible conflicto. Este cambio incrementa el riesgo de errores de cálculo o escalada, ya que las actividades militares son más frecuentes y cercanas a áreas disputadas, y significa que las preocupaciones de seguridad probablemente eclipsarán las agendas ambientales o cooperativas a corto y medio plazo.


La justificación de Rusia para su acumulación militar como respuesta a la expansión de la OTAN, mientras que la Alianza y EE. UU. ven su mayor presencia como necesaria para contrarrestar las ambiciones rusas (y chinas, aunque no se detalla aquí), ilustra perfectamente el "dilema de seguridad". El aumento recíproco de capacidades militares, percibido como defensivo por quien lo ejecuta, pero como amenazante por los demás, crea una situación donde las acciones para asegurar la propia posición provocan inadvertidamente inseguridad en otros. Esta dinámica sugiere que una desescalada genuina en el Ártico es difícil sin cambios fundamentales en la confianza geopolítica más amplia entre Rusia y Occidente. Sin tales cambios, es probable que la tendencia a la militarización continúe, aumentando la inestabilidad regional.



Tabla 2: Comparativa de Capacidades Militares Clave de Actores Árticos

Actor

Activos Militares Clave

Enfoque Estratégico

Desarrollos Recientes

Rusia

Flota del Norte (SSBNs, submarinos de ataque), rompehielos nucleares, bases militares (Kola, etc.), sistemas de defensa aérea (S-400), bombarderos estratégicos.

Control de la RMN, proyección de poder global, defensa de recursos y soberanía, bastión de disuasión nuclear.

Reapertura de bases soviéticas, más de 400 instalaciones militares construidas, aumento de ejercicios militares, Estrategia Ártica 2035.

Estados Unidos

Bases aéreas (Pituffik/Thule), submarinos de ataque, 11ª División Aerotransportada (fuerza ártica), capacidades ISR, rompehielos (limitados).

Defensa del territorio nacional, protección de la soberanía, libertad de navegación, monitoreo de la brecha GIUK.

Actualización de la Estrategia Ártica (2022, 2024 DoD), aumento de capacidades ISR, ejercicios conjuntos (Arctic Edge, Arctic Forge), ICE Pact con Canadá y Finlandia.

Canadá

NORAD (bases de jets de combate, sistema de alerta del Norte), Fuerza de Tarea Conjunta del Norte (JTFN), Canadian Rangers.

Defensa aeroespacial de Norteamérica, afirmación de la soberanía, colaboración profunda con EE. UU.

Inversiones históricas en defensa (política de defensa 2024), profundización de la colaboración con EE. UU. en seguridad ártica.

Noruega

Fuerzas armadas especializadas en clima frío, bases en el norte (Bardufoss).

Defensa del flanco norte de la OTAN, monitoreo de la frontera rusa, cooperación internacional.

Aumento de la presencia en el norte, participación en ejercicios de la OTAN (Nordic Response), fortalecimiento de NORDEFCO.

OTAN (Finlandia, Suecia)

Fuerzas terrestres y aéreas, infraestructura de movilidad militar.

Defensa colectiva, disuasión, interoperabilidad en el Extremo Norte.

Adhesión de Finlandia (2023) y Suecia (2024), duplicación de la frontera con Rusia, grandes ejercicios militares (Steadfast Defender 2024, Nordic Response 2024), planes para ferrocarril de transporte de tropas.

Cuadro de elaboración propia, utilizando información de fuentes del Department of Defense U.S., Center for Strategic and International Studies y BBC News Mundo.

 

Intereses Estratégicos de China y EE.UU.


El Ártico se ha convertido en un escenario de creciente interés geopolítico, con China y Estados Unidos mostrando ambiciones específicas, especialmente en relación con Groenlandia.


China, autodenominada "estado casi ártico", ha intensificado su presencia en la región desde 2012. Su objetivo es asegurar el acceso a abundantes recursos naturales (petróleo, gas, minerales, tierras raras) y diversificar rutas comerciales. La "Ruta de la Seda Polar", extensión de su Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), busca conectar Asia y Europa a través del Ártico, reduciendo tiempos de viaje hasta un 40% y evitando puntos estratégicos como el Estrecho de Malaca. Para ello, China ha invertido en infraestructura y ha forjado acuerdos, destacando su cooperación con Rusia en proyectos de Gas Natural Licuado (GNL), vital para su seguridad energética. Su estatus de observador en el Consejo Ártico desde 2013 es un pilar para expandir su influencia en la gobernanza regional (Geopolitical Monitor, s.f.).


Por su parte, Estados Unidos considera a Groenlandia crucial para su seguridad nacional. La isla alberga la Base Espacial Pituffik, esencial para alerta temprana de misiles y vigilancia espacial, y es parte de la estratégica brecha GIUK, clave para monitorear movimientos navales rusos. Además, Groenlandia posee vastas reservas de tierras raras (1,5 millones de toneladas), elementos vitales para la alta tecnología y defensa, lo que ofrece a EE. UU. una oportunidad para reducir su dependencia del dominio chino en estos mercados y reforzar su seguridad económica. El interés estadounidense en adquirir Groenlandia no es nuevo (con ofertas en 1867 y 1946), y fue reavivado por el expresidente Trump, citando seguridad y oportunidades económicas.


Groenlandia, territorio autónomo de Dinamarca con derecho a la independencia, pero económicamente dependiente, rechaza firmemente cualquier venta, postura respaldada por Copenhague. China ha intentado ganar influencia mediante inversiones en infraestructura, mayormente bloqueadas por Dinamarca debido a preocupaciones de seguridad. En contraste, EE. UU., especialmente bajo Trump, ha optado por propuestas de adquisición directas.


Este contraste evidencia diferentes enfoques: el poder blando geoeconómico chino frente a una retórica estadounidense más asertiva, que arriesga alienar a Groenlandia y Dinamarca. La "Carrera por el Ártico" no es solo por control regional, sino por seguridad económica global y diversificación de cadenas de suministro críticas. Groenlandia se convierte así en un nodo clave en la competencia estratégica EE. UU.-China, con la pugna ártica impactando directamente la resiliencia económica y el liderazgo tecnológico mundial.


Conclusión


El Ártico ha transitado de zona de cooperación a arena de disputa estratégica, impulsado por el cambio climático y la competencia entre grandes potencias. Rusia intensifica su presencia militar y el control de la Ruta del Mar del Norte. EE.UU. y la OTAN, fortalecidos por Finlandia y Suecia, refuerzan sus capacidades. China, como "estado casi ártico", impulsa su "Ruta de la Seda Polar" por recursos y comercio. Groenlandia es clave por su ubicación y minerales, despertando interés de EE.UU., aunque con oposición danesa y groenlandesa.


Los marcos legales como UNCLOS son limitados (EE.UU. no lo ratifica) y el Consejo Ártico elude la seguridad militar. El principal desafío es gestionar la tensión militar y evitar errores de cálculo ante la creciente actividad e intereses superpuestos. La cooperación científica y ambiental persiste, aunque tensionada por la geopolítica.


Esta "Carrera por el Ártico" refleja pugnas globales, pudiendo reconfigurar mercados energéticos y cadenas de suministro. Su futuro exige equilibrar intereses nacionales, gestión ambiental y cooperación selectiva para prevenir la escalada. Sin diálogo y desescalada, la región se arriesga a ser un foco de conflicto persistente en un mundo multipolar.



Referencias Bibliográficas



  1. Arctic Council. (s.f.). About the Arctic Council. https://arctic-council.org/about/

  2. Arctic Council. (s.f.). History of the Arctic Council. https://arctic-council.org/about/timeline/

  3. Arctic Portal. (s.f.). UNCLOS. https://arcticportal.org/shipping-portlet/governance/unclos

  4. Center for Strategic and International Studies. (s.f.). U.S. strategic interests in the Arctic. https://www.csis.org/analysis/us-strategic-interests-arctic

  5. EBSCO. (s.f.). Arctic Ocean territorial claims. https://www.ebsco.com/research-starters/law/arctic-ocean-territorial-claims

  6. Geopolitical Monitor. (s.f.). Arctic geopolitics: Strategic stakes for China, Russia and the U.S. https://www.geopoliticalmonitor.com/arctic-geopolitics-strategic-stakes-for-china-russia-and-the-u-s/

  7. Ghosh, S. J. (2017). Imagining the Arctic: Re-emergence of a Cold War mentality. Jackson School of International Studies, University of Washington. https://jsis.washington.edu/aic/2017/01/04/imagining-the-arctic-re-emergence-of-a-cold-war-mentality/

  8. Liberty University. (s.f.). Doctoral dissertations and projects. https://digitalcommons.liberty.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=7604&context=doctoral

  9. Miller, R. (2022). The return of the strategic Arctic. Arctic Yearbook. https://arcticyearbook.com/arctic-yearbook/2022/2022-commentaries/452-the-return-of-the-strategic-arctic

  10. Modern Diplomacy. (2025). Arctic showdown: Global power struggles & ASEAN’s stake in the ice. https://moderndiplomacy.eu/2025/02/28/arctic-showdown-global-power-struggles-aseans-stake-in-the-ice/

  11. The Organization for World Peace. (s.f.). Arctic Circle territorial conflicts. https://theowp.org/crisis_index/arctic-circle-territorial-conflicts/

  12. United States Naval Institute. (2024). Cold, but not war: How the U.S. and NATO can anchor the Arctic. Proceedings. https://www.usni.org/magazines/proceedings/2024/october/cold-not-war-how-us-and-nato-can-anchor-arctic

  13. U.S. Army University Press. (s.f.). Military Review online exclusive. https://www.armyupress.army.mil/Journals/Military-Review/Online-Exclusive/2022-OLE/Eifler/

  14. Wilson Center. (s.f.). Ever forward: The unique relationship between the Arctic and space. https://www.wilsoncenter.org/blog-post/ever-forward-unique-relationship-between-arctic-and-space

  15. YL Cube. (s.f.). The law of the sea and the Arctic: Navigating emerging territorial claims. https://ylcube.com/c/blogs/the-law-of-the-sea-and-the-arctic-navigating-emerging-territorial-claims/

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