No somos tan distintos
- Carlos Alberto Aguirre
- hace 16 horas
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Los conflictos políticos y sociales en Tailandia, Indonesia y Nepal muestran que, más allá de las diferencias culturales, compartimos problemáticas universales: corrupción, desigualdad y descontento ciudadano. América Latina no es la excepción.

Por Carlos Alberto Aguirre
Quizás lo que nos aleja o nos acerca a ciertos países, además del desconocimiento, es la visión histórica que recibimos desde pequeños: se nos inculcó que “la historia” es únicamente occidental. Por ello, sabemos poco o nada sobre países como Tailandia, Indonesia o Nepal. Sin embargo, al observar ciertos acontecimientos, descubrimos que comparten problemáticas muy similares a las nuestras.
Un primer ejemplo puede encontrarse en Tailandia. La ex primera ministra Yingluck Shinawatra fue destituida luego de la filtración de audios en los que mantenía una conversación con el primer ministro camboyano Hun Sen. En un contexto de tensiones entre ambos países, el hecho fue considerado un problema ético y terminó derivando en la designación de Charn Virakul en el parlamento. Este episodio recuerda, en cierta medida, a los escándalos políticos vividos en nuestra región, como los vinculados a filtraciones de funcionarios o dirigentes locales.
En Indonesia también se observan paralelismos. Allí se multiplicaron las protestas tras el aumento de la dieta de los representantes parlamentarios. Lo que comenzó como manifestaciones pacíficas se agravó cuando un vehículo policial atropelló a un ciudadano, quien falleció días después a causa de las heridas. Según un investigador de Human Rights Watch, “el problema es la desigualdad económica”. Una periodista indonesia agregó que “los jóvenes sienten que la política no ha dado respuestas en temas como la dignidad laboral o el costo educativo”. Estas mismas preocupaciones resultan familiares en nuestro país, aunque aquí suelen expresarse a través de partidos políticos, protestas o, en muchos casos, apatía electoral.
El caso de Nepal también resulta ilustrativo. El gobierno de Sharma Oli prohibió el acceso a 26 redes sociales, lo que generó manifestaciones bajo el lema “Nepo Kids”, en referencia a los hijos de la élite que exhiben lujos y ostentación, mientras gran parte de la población vive en condiciones de desigualdad económica. La represión policial dejó muertos y heridos, y la presión social derivó en la renuncia del primer ministro, quien huyó en helicóptero. Durante las protestas se incendiaron instalaciones de medios de comunicación, así como edificios del parlamento y el congreso nepalí. Detrás de este conflicto subyace un largo historial de corrupción y desigualdad: el desempleo juvenil alcanza el 21%, mientras los hijos de la élite muestran sus fortunas a través de TikTok.
Estos tres casos —Tailandia, Indonesia y Nepal— reflejan problemáticas que trascienden fronteras: escándalos políticos, corrupción, desigualdades sociales y descontento popular. América Latina, y en particular Sudamérica, tampoco ha estado ajena a estas dinámicas. Quizás, después de todo, no somos tan distintos: nos aqueja el mismo mal del sistema.
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